Óscar Albericio: “Conocer nuevas culturas y aprender a entender las diferencias es vital ya que nos dirigimos a un mundo más global”

Óscar Albericio, Delivery Manager de GFT en Fráncfort (Alemania), lleva más de 14 años trabajando en GFT. Fue uno de los primeros empleados de la compañía en Zaragoza, ciudad en la que empezó a trabajar para clientes del sector financiero. Viajaba bastante por temas laborales; primero durante un par de años a Barcelona y, a partir de 2002, a Fráncfort (Alemania). Lo que comenzó como un pequeño proyecto de dos semanas de consultoría para un gran banco alemán en la capital financiera de Europa, acabó convirtiéndose en un gran proyecto que requería que pasara parte de la semana allí. Finalmente, y para evitar estar distanciado de su familia, decidió llevársela a vivir a Fráncfort. Óscar Albericio es uno de los muchos ejemplos de profesionales de GFT que, desde alguna de las sedes de España, ha salido a otros mercados para expandir el negocio del Grupo. En muchos casos, ocupan cargos de responsabilidad para otras filiales internacionales en Brasil, Reino Unido, EE.UU. o, como en el caso de Óscar, en Alemania, demostrando que el talento español ha llegado muy lejos en esta compañía.

Francisco Blas: ¿Qué cargo ocupabas cuando estabas en Zaragoza y te llegó la oportunidad de irte a Alemania?

Óscar Albericio: Era Delivery Manager para un gran banco alemán. Me ocupaba principalmente de proyectos basados en tecnología Mainframe e Informática (ETL), tanto en Retail como Capital Markets. Dentro de Capital Markets, además, ejercía labores de Account Manager. A nivel interno, coordinaba las actividades de Mentoring de los empleados para España y Brasil.

Óscar Albericio, Delivery Manager de GFT en Fráncfort (Alemania)

F.B.: ¿Tenías que viajar a menudo por temas laborales?

O.A.: Durante los primeros 2 años viajé con bastante frecuencia a Sant Cugat (Barcelona), la sede principal de GFT en España, ya que tenía allí a una buena parte de mi equipo y al cliente. En 2002 inicié mi aventura internacional. Lo que iba a ser sólo unas semanas de consultoría para un gran banco alemán, se convirtió prácticamente en una nueva vida, ya que desde entonces no he dejado de viajar con mucha intensidad.

F.B.: ¿A qué te dedicas actualmente en GFT Alemania? ¿Qué funciones tienes?

O.A.: Desde un punto de vista de clientes, sigo teniendo las mismas responsabilidades en la misma entidad financiera como Delivery y Account Manager. Además, desde un punto de vista más corporativo, también soy Manager en Alemania de lo que en GFT denominamos “Unidad de Servicios Profesionales”. Significa que me encargo de gestionar el Staffing, el Mentoring de los empleados y la calidad de nuestros procesos en Alemania. La verdad es que hago un poco de todo, no me aburro.

F.B.: ¿Cómo se te planteó y qué significaba este paso para tu carrera profesional?

O.A.: Esta nueva aventura surgió de una manera bastante casual. Durante la fase de propuesta para un proyecto importante, parecía claro que viajar a la sede del cliente sería un requisito necesario. Al mismo tiempo, en la Unidad de Cliente de la empresa, analizábamos cómo afrontar la necesidad de potenciar la presencia en “casa del cliente” de nuestros equipos españoles. En este escenario, un día se me planteó: “¿Y si en lugar de viajar te vienes a vivir una temporada?”. Y aquí estoy. En lo profesional, el cambio suponía tener que dejar de realizar algunas de las actividades más internas que desarrollaba, como por ejemplo el Mentoring. En un principio, tenía algunas dudas pero acabe adquiriendo estas responsabilidades y alguna más como responsable de la Unidad de Servicios Profesionales de GFT aquí en Alemania, por lo que profesionalmente está suponiendo también una aventura motivante y enriquecedora.

F.B.: ¿Cuáles eran los temas positivos y cuáles los negativos que influían a la hora de tomar la decisión sobre dar este paso?

O.A.: La verdad es que la balanza se inclinó rápidamente hacia el sí. Tras muchos años viajando con asiduidad, esta oportunidad me permitía estar más cerca de mi familia cada día. Tengo dos hijas de 14 y 11 años, y a estas edades es importante estar cerca. Además, valoramos mucho las puertas que esperamos estar abriendo para el futuro de mis hijas, aportándoles una visión más abierta del mundo, capacitándolas para vivir en un entorno internacional y multicultural y, por supuesto, permitiéndoles dominar tanto el alemán como el inglés. La parte negativa era evidentemente alejarse del resto de la familia y de los amigos y, en definitiva, la incertidumbre de iniciar una aventura en otro país alejados de nuestra casa.

F.B.: Explícanos cómo fue la preparación de la marcha a Alemania a nivel familiar. ¿Qué fue lo más complicado? ¿Recibiste ayuda de la empresa?

O.A.: Teniendo dos hijas prácticamente adolescentes, la preparación psicológica fue un factor importante. Hacer ver a mi hija de 14 años que esta aventura era positiva para la familia y para su futuro, a pesar de no poder ver a sus mejores amigas cada día, fue una tarea ardua. Por otro lado, encontrar la casa y colegio apropiados fue un tema complicado. Finalmente, escuchando los consejos de amigos y compañeros y recorriendo y visitando buena parte de Fráncfort, pudimos conseguir lo que buscábamos. Al principio todo es complicado debido a los temas administrativos y logísticos: empadronarse, darse de alta en la seguridad social, registrarse en extranjería, en hacienda, dar de alta teléfono, luz y gas… temas que pueden convertirse en un gran dolor de cabeza. Sin embargo, desde Recursos Humanos de GFT me facilitaron y acompañaron en todo el proceso, por lo que todo se resolvió con rapidez y sin problemas.

F.B.: ¿Cómo fueron las primeras semanas allí en familia?

O.A.: Fueron de descubrimiento y adaptación. Una nueva casa, completamente diferente a lo que teníamos en Zaragoza. Aquí vivimos en un pueblo pequeño en una casa casi en el campo, y en Zaragoza vivimos en pleno centro de la ciudad en un piso. Un nuevo colegio, completamente diferente, en un idioma nuevo. Aportaba también algo de expectación y miedo. Además de unas nuevas costumbres y una nueva forma de vida en general, incluyendo redescubrir lo que significa estar juntos siete días a la semana, cosa que hacía tiempo no sucedía por el ritmo de viajes que llevaba.

F.B.: ¿Hablas alemán?

O.A.: Durante los diez años que estuve viniendo regularmente a Alemania adquirí un nivel básico de supervivencia. Ahora intento hablarlo siempre que puedo fuera del trabajo, en el colegio, con los padres de los compañeros de mis hijas… En el trabajo me resulta más complicado, dado que en general a la hora de tomar decisiones, necesito entender exactamente lo que me dicen y que se entienda perfectamente… Pero todo llegará.

F.B.: ¿Y tu familia?

Cuando decidimos venir, toda la familia comenzó un curso básico de alemán para, al menos, llegar a nuestro nuevo hogar con conocimientos básicos. Desde entonces seguimos recibiendo clases y lo hablamos en mayor o menor medida de forma inversamente proporcional a la edad. Es decir, mis hijas lo llevan bastante bien y mi mujer y yo, peor. Hay que tener en cuenta que el alemán es un idioma complicado. Lo fundamental es perderle el miedo y utilizarlo cuanto más mejor. Practicarlo es la única manera de asegurar el éxito.

Óscar Albericio en Dresde (Alemania)
Óscar Albericio en Dresde (Alemania)

F.B.: ¿Se puede vivir y trabajar en Alemania sin conocimientos de alemán?

O.A.: Cuando únicamente se visita este país, se puede tener la sensación de que en Alemania no hace falta hablar alemán, porque todo el mundo habla inglés. Pero cuando te mudas a vivir a Alemania, descubres que realmente el idioma es imprescindible. Por un lado, es logísticamente importante, ya que para la contratación y posterior gestión del teléfono, de la luz, del gas, del banco… el alemán será el idioma a utilizar en la mayoría de los casos. En cuanto a las relaciones personales, para adaptarse al país, considero que aprender alemán es fundamental. Aunque la mayoría de la gente hable inglés, es mucho más personal comunicarse en alemán. En el mundo laboral, hablar alemán también es realmente importante. Con el inglés se puede sobrevivir pero si quieres trabajar codo a codo con el cliente, si quieres realizar labores de consultoría, el alemán es imprescindible. Lo cual teniendo en cuenta el modelo de negocio alemán, que es mucho más presencial que el español, lo hace doblemente importante.

F.B.: ¿Qué es lo que más os gusta de Alemania? ¿Y lo que os cuesta más?

O.A.: Se trata de un país muy seguro, con una atención enorme a la familia por parte del Gobierno. Si te gusta tener una vida tranquila y en contacto con la naturaleza, tienes el éxito asegurado. Lo que más cuesta, además de tener lejos a la familia, son las diferencias culturales. Durante los primeros meses, sobre la marcha, toca siempre aprender, qué hacer y qué no hacer, cuándo hacer algo y cuándo no. En realidad, es un aprendizaje continuo que además provoca anécdotas y malentendidos simpáticos, de esas que algún día contarás a tus nietos. Algo sencillo como sacar la basura puede convertirse, por ejemplo, en un tema digno de una tesis doctoral. Cuando alquilé nuestra casa, la casera me dijo que me había dejado en la cocina el “Plan Anual de Basuras”. Sorprendido, descubrí que se trataba de un calendario para saber qué día debes sacar cuál basura. No es sencillo, tenemos cuatro contenedores diferentes en casa para la basura. Los vidrios se reciclan por colores y se devuelve el casco de las botellas como hacíamos antiguamente en España.

F.B.: Y sobre tu trabajo, ¿qué es lo que más valoras?

O.A.: Por un lado, estar en Alemania me permite hacer un seguimiento más directo del cliente y estar disponible para reuniones de forma inmediata. También me permite participar más activamente en el management de la Unidad de Cliente de GFT. Por otro lado, venir a Alemania me ha permitido asumir nuevas responsabilidades, que me permiten tener una perspectiva más amplia de GFT, viendo y viviendo con intensidad el día a día de la compañía en Alemania, desde su gestión interna.

F.B.: ¿Qué diferencias ves en la manera de trabajar entre España y Alemania?

O.A.: No creo en los estereotipos. La realidad depende de las personas. Ni en Alemania son todos organizados, ni en España somos todos toreros o dormimos todos la siesta. En términos generales, opino que la productividad en España no tiene nada que envidiar a la de otros países europeos. Eso sí, aún tenemos que aprender algunas cosas en cuanto a horarios y aprovechamiento del tiempo. En cambio, nosotros aportamos esfuerzo y flexibilidad. Y quizás esta última sea para mí la diferencia más grande entre nuestras dos culturas y, por lo tanto, entre nuestras formas de trabajar. Nosotros solo necesitamos “encender un poco la mecha” para ponernos de inmediato a trabajar, mientras que en Alemania se necesita primero “verificar que la mecha arderá correctamente” para ponerse en marcha. No obstante, dado que en GFT tenemos una metodología de trabajo única y global, la forma de trabajar es en definitiva la misma, salvo estas pequeñas diferencias culturales.

F.B.: ¿Qué le dirías a cualquier colaborador de GFT que esté barajando la opción de irse a trabajar a alguna otra sede, en otro país, de la compañía?

O.A.: Que lo analicen con calma, que valoren los pros y los contras, y si el resultado sale mínimamente positivo, que acepten el reto y luchen por él con fuerza e ilusión. Creo que es una experiencia enriquecedora, tanto en lo personal como en lo profesional, y por lo tanto merece la pena. Pero también duro y hay que hacer un esfuerzo personal importante. Conocer nuevas culturas, aprender a entender las diferencias entre las personas, ser capaz de vivir la diversidad, es vital hoy en día, ya que nos dirigimos a un mundo más global.

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